La elite política se encontraba discutiendo los anuncios del mensaje presidencial de Fiestas Patrias. Varios de estos anuncios, como los cambios en la forma de elegir al Congreso y a los gobiernos regionales o la entrega directa de dinero a núcleos ejecutores de obras comunales, estaban recibiendo diversas críticas. El nuevo ministro del Interior, Octavio Salazar, había hecho noticia en los últimos días con dos temas. En uno de ellos, el ministro anunciaba que su sector también iba a hacer monitoreo de conflictos. Curioso anuncio pues, como se sabe, el sector Interior ya tiene unidades de inteligencia cuya función precisamente es analizar y pronosticar la evolución del orden interno. Lo que pasa es que al ministro Salazar le encanta aparecer en los medios desde que era alto oficial de la Policía.
Por esa misma razón, el otro anuncio del ministro también fue de esos que buscan primeras planas. Señaló que iba a proponer que se penalice a los poseedores de drogas aunque sea en pequeña cantidad. Este anuncio fue criticado por especialistas en temas de represión al narcotráfico pues un adicto no es necesariamente un narcotraficante. Sin embargo cumplió el papel de colocar al ministro en las noticias.
En esas andábamos cuando, al igual que tantas veces antes, un nuevo atentado sorprende al país y deja un saldo de cinco muertos, tres de ellos policías y dos civiles. Ocurrió en San José de Secce, en Huanta, una localidad que ya durante los años 80 fue martirizada con diversos episodios de violencia. Este atentado es de suma gravedad no sólo por las víctimas sino porque ha mediado la virtual toma del pueblo por un grupo numeroso y bien armado de delincuentes armados que, obviamente, preparó la acción desde antes.
Como la vez anterior en que una patrulla del Ejército fue emboscada por un grupo subversivo en otro paraje de Huanta, con el saldo de 13 soldados muertos, es muy probable que en los días siguientes este tema desplace a otros de la atención pública. El Congreso volverá a escuchar las explicaciones del ministro, se hablará otra vez sobre el Plan VRAE, sobre inteligencia y desarrollo social, hasta que otros sucesos hagan olvidar a este reciente atentado.
No podemos continuar con esta manera de actuar sólo por reacción y despreciando la magnitud del problema del senderismo y del narcotráfico. Todos sabemos que esos son los dos mayores problemas delictivos que afronta el país. Justamente ambos tienen en las zonas aledañas de Huanta sus principales zonas de actividad en Ayacucho. A la vez todos sabemos que en ambos casos las operaciones clave son las de inteligencia.
Las acciones de desarrollo social también son imprescindibles para quitarle base social a narcos y subversivos. Pero las acciones de inteligencia son fundamentales para prevenir los atentados y para capturar a los mandos de esas organizaciones. Hasta ahora no tenemos señales de que en este campo se hayan logrado avances serios. ¿Podrá el nuevo ministro del Interior mostrarnos esos avances en poco tiempo? ¿A su vez, podrá el gobierno mostrarnos que por fin le da a este tema de la subversión y el narcotráfico la seriedad que se requiere?
Por esa misma razón, el otro anuncio del ministro también fue de esos que buscan primeras planas. Señaló que iba a proponer que se penalice a los poseedores de drogas aunque sea en pequeña cantidad. Este anuncio fue criticado por especialistas en temas de represión al narcotráfico pues un adicto no es necesariamente un narcotraficante. Sin embargo cumplió el papel de colocar al ministro en las noticias.
En esas andábamos cuando, al igual que tantas veces antes, un nuevo atentado sorprende al país y deja un saldo de cinco muertos, tres de ellos policías y dos civiles. Ocurrió en San José de Secce, en Huanta, una localidad que ya durante los años 80 fue martirizada con diversos episodios de violencia. Este atentado es de suma gravedad no sólo por las víctimas sino porque ha mediado la virtual toma del pueblo por un grupo numeroso y bien armado de delincuentes armados que, obviamente, preparó la acción desde antes.
Como la vez anterior en que una patrulla del Ejército fue emboscada por un grupo subversivo en otro paraje de Huanta, con el saldo de 13 soldados muertos, es muy probable que en los días siguientes este tema desplace a otros de la atención pública. El Congreso volverá a escuchar las explicaciones del ministro, se hablará otra vez sobre el Plan VRAE, sobre inteligencia y desarrollo social, hasta que otros sucesos hagan olvidar a este reciente atentado.
No podemos continuar con esta manera de actuar sólo por reacción y despreciando la magnitud del problema del senderismo y del narcotráfico. Todos sabemos que esos son los dos mayores problemas delictivos que afronta el país. Justamente ambos tienen en las zonas aledañas de Huanta sus principales zonas de actividad en Ayacucho. A la vez todos sabemos que en ambos casos las operaciones clave son las de inteligencia.
Las acciones de desarrollo social también son imprescindibles para quitarle base social a narcos y subversivos. Pero las acciones de inteligencia son fundamentales para prevenir los atentados y para capturar a los mandos de esas organizaciones. Hasta ahora no tenemos señales de que en este campo se hayan logrado avances serios. ¿Podrá el nuevo ministro del Interior mostrarnos esos avances en poco tiempo? ¿A su vez, podrá el gobierno mostrarnos que por fin le da a este tema de la subversión y el narcotráfico la seriedad que se requiere?
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