Muy pronto el Pleno del Congreso estará decidiendo sobre el voto preferencial. Este derecho ciudadano debe mantenerse, especialmente mientras no haya una verdadera democracia interna en los partidos políticos. Si eso no ocurre, los ciudadanos deben conservar su derecho de votar no solamente por una lista de candidatos, sino de marcar cuáles son sus candidatos de preferencia.
El voto preferencial, como todo derecho ciudadano, puede ser mal usado. Algunos lo han usado para poner por delante sus candidaturas individuales y poner en segundo plano a sus movimientos políticos. Pero el mal uso de un derecho no puede ser un argumento para eliminar el derecho. La misma democracia ha sido mal usada y distorsionada muchas veces, pero eso no es una razón para eliminarla.
El voto preferencial sirve para que los ciudadanos contrapesen el poder de las dirigencias en la conformación de las listas de candidatos. Sabemos que falta mucho por avanzar en cuanto a democracia interna partidaria. Las dirigencias siguen siendo determinantes en la ubicación de los candidatos en las listas. El contrapeso es que los ciudadanos pueden modificar esa ubicación al marcar sus opciones con el voto preferencial.
Este derecho no elimina la natural influencia que tienen las dirigencias partidarias respecto a la conformación final de sus bancadas. Revisando las elecciones del 2006, encontramos que 74 de los 120 congresistas elegidos tuvieron en sus listas el mismo lugar que terminaron teniendo después de la votación. La incidencia del voto preferencial ocurrió en el caso de 36 candidatos cuya posición fue mejorada y salieron electos gracias al voto preferencial.
Por otro lado, el voto preferencial hace más transparente cuáles candidatos tiene respaldo electoral y cuáles tienen poca acogida. Es uno de los mecanismos que puede servir a un partido para saber cuándo acierta y cuándo falla en la conformación de sus listas.
Cabe señalar una importante cuestión de género. El voto preferencial tiende a mejorar las posibilidades de las candidatas mujeres para acceder al Congreso, pues la cuota de género se cumple pero colocando a las mujeres en los lugares inferiores de las listas.
Los que propugnan eliminar el voto preferencial dicen que ha sido un factor del transfuguismo y de la debilidad de los partidos. Bien sabemos que las causas son otras. Las rupturas de varias bancadas, los conflictos internos en otras y la pésima imagen de los partidos tienen causas muy distintas del voto preferencial. No le achaquemos a un derecho ciudadano las deficiencias de los liderazgos partidarios.
Finalmente, mientras no esté institucionalizada una efectiva democracia interna en los partidos, es falso que la eliminación del voto preferencial vaya a disminuir los conflictos internos en los partidos. Al contrario van a aumentar las pugnas preelectorales para lograr los primeros lugares de las listas partidarias.
Son otras reformas electorales las que deben ser priorizadas. Por ejemplo, que sean los organismos electorales nacionales los que se hagan cargo de las elecciones internas de los partidos. O la reforma del Congreso, para reducir la duración del mandato congresal y el tamaño de las circunscripciones. Esto sí tendría un efecto democratizador y a la vez mejoraría la vida partidaria.
El voto preferencial, como todo derecho ciudadano, puede ser mal usado. Algunos lo han usado para poner por delante sus candidaturas individuales y poner en segundo plano a sus movimientos políticos. Pero el mal uso de un derecho no puede ser un argumento para eliminar el derecho. La misma democracia ha sido mal usada y distorsionada muchas veces, pero eso no es una razón para eliminarla.
El voto preferencial sirve para que los ciudadanos contrapesen el poder de las dirigencias en la conformación de las listas de candidatos. Sabemos que falta mucho por avanzar en cuanto a democracia interna partidaria. Las dirigencias siguen siendo determinantes en la ubicación de los candidatos en las listas. El contrapeso es que los ciudadanos pueden modificar esa ubicación al marcar sus opciones con el voto preferencial.
Este derecho no elimina la natural influencia que tienen las dirigencias partidarias respecto a la conformación final de sus bancadas. Revisando las elecciones del 2006, encontramos que 74 de los 120 congresistas elegidos tuvieron en sus listas el mismo lugar que terminaron teniendo después de la votación. La incidencia del voto preferencial ocurrió en el caso de 36 candidatos cuya posición fue mejorada y salieron electos gracias al voto preferencial.
Por otro lado, el voto preferencial hace más transparente cuáles candidatos tiene respaldo electoral y cuáles tienen poca acogida. Es uno de los mecanismos que puede servir a un partido para saber cuándo acierta y cuándo falla en la conformación de sus listas.
Cabe señalar una importante cuestión de género. El voto preferencial tiende a mejorar las posibilidades de las candidatas mujeres para acceder al Congreso, pues la cuota de género se cumple pero colocando a las mujeres en los lugares inferiores de las listas.
Los que propugnan eliminar el voto preferencial dicen que ha sido un factor del transfuguismo y de la debilidad de los partidos. Bien sabemos que las causas son otras. Las rupturas de varias bancadas, los conflictos internos en otras y la pésima imagen de los partidos tienen causas muy distintas del voto preferencial. No le achaquemos a un derecho ciudadano las deficiencias de los liderazgos partidarios.
Finalmente, mientras no esté institucionalizada una efectiva democracia interna en los partidos, es falso que la eliminación del voto preferencial vaya a disminuir los conflictos internos en los partidos. Al contrario van a aumentar las pugnas preelectorales para lograr los primeros lugares de las listas partidarias.
Son otras reformas electorales las que deben ser priorizadas. Por ejemplo, que sean los organismos electorales nacionales los que se hagan cargo de las elecciones internas de los partidos. O la reforma del Congreso, para reducir la duración del mandato congresal y el tamaño de las circunscripciones. Esto sí tendría un efecto democratizador y a la vez mejoraría la vida partidaria.
Publicado en el diario EXPRESO de Lima.
Columna "Cuestión Previa" - Martes 21 de octubre de 2008
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