Rómulo León Alegría y Alberto Químper Herrera, apristas o apristones, han generado más inestabilidad para el gobierno que el paro que la CGTP y los frentes regionales han convocado para el día de hoy martes.
En efecto, la revelación de los afanes turbios de ambos personajes, registrados en los audios del fin de semana, ya causaron la destitución del ministro Juan Valdivia y esta caída ha arrastrado al presidente de Petroperú, César Gutiérrez. Probablemente habrán más caídas en estos días.
El ministro Valdivia tenía que salir por dos razones: por su responsabilidad política en el nombramiento de Quimper como alto funcionario de Perúpetro, y porque él mismo tiene que ser investigado respecto a si estuvo involucrado en las trapisondas denunciadas. Valdivia ya aceptó inmolarse políticamente hablando.
Ahora bien, un personaje de este escándalo es Rómulo León Alegría. Este fue procesado judicialmente por casos de corrupción ocurridos durante el primer gobierno aprista. Al parecer fue absuelto y se le permitió retornar al partido. Incluso se inscribió como precandidato en la elección interna de la lista aprista para el Congreso actual. Pero hubo apristas que impugnaron su candidatura, precisamente por su mala fama. Y obtuvieron que se lo saque de competencia.
Ahora se ha hecho evidente, en una serie de detalles, que, a cambio, el ahora Presidente García sí le permitió a León mantenerse cercano a él y a una parte de su entorno. Por otro lado, el otro allegado al Presidente es el propio Químper, quien ha sido abogado suyo.
Para mayor información, el 2006 se informó que León Alegría se reunió con un prófugo de la justicia por sus estrechos vínculos con Vladimiro Montesinos. En su momento, los dirigentes apristas, incluido el actual premier Del Castillo, minimizaron el asunto y León continuó vinculado al aprismo y, ahora lo sabemos, a algunas altas esferas del actual gobierno.
De manera que se puede señalar un grave exceso de permisividad de los conductores de este gobierno, incluido el Presidente, con personajes muy poco recomendables. Luego del escándalo, han salido a destituir a uno y a pedir que procesen al otro. Pero previamente les permitieron merodear por donde no deberían. Allí hay una responsabilidad política que va más arriba del ahora ex ministro Valdivia.
Este escándalo se suma al pésimo desempeño del gobierno en los últimos meses. A sus imprevisiones, desaciertos y falta de respuestas frente al deterioro de la economía y los conflictos sociales y al desplome de su legitimidad frente a la opinión pública.
En circunstancias así, la democracia suele refrescarse, desfogar tensiones y protegerse produciendo el cambio de los responsables del mal rumbo. No puede ser el Presidente, pues así tenga alguna responsabilidad política no ha incurrido en las causales constitucionales. Pero el Sr. García debe recibir una clara señal de que el país no acepta que se haya permitido tanta infiltración de turbiedades ni la ruta incierta y conflictiva que ha escogido para gobernar.
El que debe asumir el costo es el gabinete. El primer ministro debe renunciar, de la mano con el gabinete, pues ya no cuenta con la confianza política del país y eso es suficiente. Si las decisiones no vienen del Ejecutivo, corresponderá al Congreso decidir al respecto.
En efecto, la revelación de los afanes turbios de ambos personajes, registrados en los audios del fin de semana, ya causaron la destitución del ministro Juan Valdivia y esta caída ha arrastrado al presidente de Petroperú, César Gutiérrez. Probablemente habrán más caídas en estos días.
El ministro Valdivia tenía que salir por dos razones: por su responsabilidad política en el nombramiento de Quimper como alto funcionario de Perúpetro, y porque él mismo tiene que ser investigado respecto a si estuvo involucrado en las trapisondas denunciadas. Valdivia ya aceptó inmolarse políticamente hablando.
Ahora bien, un personaje de este escándalo es Rómulo León Alegría. Este fue procesado judicialmente por casos de corrupción ocurridos durante el primer gobierno aprista. Al parecer fue absuelto y se le permitió retornar al partido. Incluso se inscribió como precandidato en la elección interna de la lista aprista para el Congreso actual. Pero hubo apristas que impugnaron su candidatura, precisamente por su mala fama. Y obtuvieron que se lo saque de competencia.
Ahora se ha hecho evidente, en una serie de detalles, que, a cambio, el ahora Presidente García sí le permitió a León mantenerse cercano a él y a una parte de su entorno. Por otro lado, el otro allegado al Presidente es el propio Químper, quien ha sido abogado suyo.
Para mayor información, el 2006 se informó que León Alegría se reunió con un prófugo de la justicia por sus estrechos vínculos con Vladimiro Montesinos. En su momento, los dirigentes apristas, incluido el actual premier Del Castillo, minimizaron el asunto y León continuó vinculado al aprismo y, ahora lo sabemos, a algunas altas esferas del actual gobierno.
De manera que se puede señalar un grave exceso de permisividad de los conductores de este gobierno, incluido el Presidente, con personajes muy poco recomendables. Luego del escándalo, han salido a destituir a uno y a pedir que procesen al otro. Pero previamente les permitieron merodear por donde no deberían. Allí hay una responsabilidad política que va más arriba del ahora ex ministro Valdivia.
Este escándalo se suma al pésimo desempeño del gobierno en los últimos meses. A sus imprevisiones, desaciertos y falta de respuestas frente al deterioro de la economía y los conflictos sociales y al desplome de su legitimidad frente a la opinión pública.
En circunstancias así, la democracia suele refrescarse, desfogar tensiones y protegerse produciendo el cambio de los responsables del mal rumbo. No puede ser el Presidente, pues así tenga alguna responsabilidad política no ha incurrido en las causales constitucionales. Pero el Sr. García debe recibir una clara señal de que el país no acepta que se haya permitido tanta infiltración de turbiedades ni la ruta incierta y conflictiva que ha escogido para gobernar.
El que debe asumir el costo es el gabinete. El primer ministro debe renunciar, de la mano con el gabinete, pues ya no cuenta con la confianza política del país y eso es suficiente. Si las decisiones no vienen del Ejecutivo, corresponderá al Congreso decidir al respecto.
Diario Expreso. Columna "Cuestión Previa"
Publicada el martes 7 de octubre de 2008.
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