martes, 25 de agosto de 2009

LA VERDADERA INCLUSIÓN

Hacia 1973 nuestro país comenzó a sentir los impactos de la crisis mundial del petróleo. Subió el precio de los combustibles, y eso tuvo un efecto multiplicador sobre todos los otros precios. Los gobiernos empezaron a aplicar “paquetazos” que afectaron sobre todo el consumo, el empleo de las mayorías y los servicios sociales del Estado. Allí comenzó a crecer la pobreza, o sea la condición de la gente que no accede a satisfacer sus necesidades básicas.


A comienzos de los 80 estalló otro problema, el de la deuda externa. Para pagar la deuda los gobiernos tuvieron que continuar los “paquetazos”, castigando siempre el consumo, el empleo y los servicios sociales del Estado. Entonces la pobreza adquirió un carácter masivo y se le comienza a considerar el problema más urgente del país y se comienzan a implementar los llamados Programas Sociales de Emergencia.


A comienzos de los 90 el país sufre otro salto en sus niveles de pobreza. Esto ocurrió, primero, por la hiperinflación que hubo a fines de los años 80. Y, segundo, porque el recordado “shock” fujimorista apuntó a reducir la inflación mediante el recorte, otra vez, del consumo, del empleo y de los servicios sociales del Estado. Los programas de asistencia social tuvieron que ampliarse y se creó el llamado Foncodes o Fondo de Compensación Social.


A fines de los años 90, otra crisis internacional, la llamada crisis asiática, también tuvo efectos sobre la economía peruana. Esta entró en recesión, y volvió a obligar al gobierno de entonces a que se apliquen nuevos ajustes que castigaron el empleo y hubo un repunte de la pobreza. Cuando se recupera la democracia, en el año 2001, más del 54% de peruanos sufrían la condición de pobreza.


En la primera década del siglo XXI hemos tenido cifras de crecimiento económico durante 7 años. La pobreza, según ciertas mediciones, ha retrocedido, pero continúa siendo un problema preocupante. Ello se debe, primero, a que el crecimiento ha sido muy desigual. Hay regiones del país en donde la pobreza no ha retrocedido nada. También hay indicadores que no han mejorado nada, como el consumo de calorías. En segundo lugar, la actual crisis económica mundial está ocasionando, con toda seguridad, un repunte de la pobreza allí donde había mejorado.


Por eso, y por que los conflictos sociales han crecido mucho en los últimos años, es que el Presidente García se ha referido a la inclusión como una de sus metas principales. Inclusión, se entiende, es la superación de la pobreza. Es la incorporación de las personas pobres a las condiciones que le permitan satisfacer sus necesidades básicas. Por lo tanto no es atenuación ni paliativo pasajero, sino acceso sostenible a una vida digna.


En este sentido, programas como los Núcleos Ejecutores o el de muchos otros programas sociales, podrían ser paliativos o acciones de emergencia. Pero no son verdaderas vías de inclusión. Hay que ir a los factores causales de la pobreza. Fundamentalmente, a la generación de empleo sostenible, tanto urbano como rural. Y por otro lado, a la mejora de servicios sociales como la Educación y la Salud. Tenemos que lograr un tipo de economía que garantice eso. Si no, nunca tendremos una verdadera inclusión.

domingo, 23 de agosto de 2009

¿HASTA CUÁNDO SIN INTELIGENCIA ANTISUBERSIVA?


La elite política se encontraba discutiendo los anuncios del mensaje presidencial de Fiestas Patrias. Varios de estos anuncios, como los cambios en la forma de elegir al Congreso y a los gobiernos regionales o la entrega directa de dinero a núcleos ejecutores de obras comunales, estaban recibiendo diversas críticas. El nuevo ministro del Interior, Octavio Salazar, había hecho noticia en los últimos días con dos temas. En uno de ellos, el ministro anunciaba que su sector también iba a hacer monitoreo de conflictos. Curioso anuncio pues, como se sabe, el sector Interior ya tiene unidades de inteligencia cuya función precisamente es analizar y pronosticar la evolución del orden interno. Lo que pasa es que al ministro Salazar le encanta aparecer en los medios desde que era alto oficial de la Policía.

Por esa misma razón, el otro anuncio del ministro también fue de esos que buscan primeras planas. Señaló que iba a proponer que se penalice a los poseedores de drogas aunque sea en pequeña cantidad. Este anuncio fue criticado por especialistas en temas de represión al narcotráfico pues un adicto no es necesariamente un narcotraficante. Sin embargo cumplió el papel de colocar al ministro en las noticias.


En esas andábamos cuando, al igual que tantas veces antes, un nuevo atentado sorprende al país y deja un saldo de cinco muertos, tres de ellos policías y dos civiles. Ocurrió en San José de Secce, en Huanta, una localidad que ya durante los años 80 fue martirizada con diversos episodios de violencia. Este atentado es de suma gravedad no sólo por las víctimas sino porque ha mediado la virtual toma del pueblo por un grupo numeroso y bien armado de delincuentes armados que, obviamente, preparó la acción desde antes.


Como la vez anterior en que una patrulla del Ejército fue emboscada por un grupo subversivo en otro paraje de Huanta, con el saldo de 13 soldados muertos, es muy probable que en los días siguientes este tema desplace a otros de la atención pública. El Congreso volverá a escuchar las explicaciones del ministro, se hablará otra vez sobre el Plan VRAE, sobre inteligencia y desarrollo social, hasta que otros sucesos hagan olvidar a este reciente atentado.


No podemos continuar con esta manera de actuar sólo por reacción y despreciando la magnitud del problema del senderismo y del narcotráfico. Todos sabemos que esos son los dos mayores problemas delictivos que afronta el país. Justamente ambos tienen en las zonas aledañas de Huanta sus principales zonas de actividad en Ayacucho. A la vez todos sabemos que en ambos casos las operaciones clave son las de inteligencia.


Las acciones de desarrollo social también son imprescindibles para quitarle base social a narcos y subversivos. Pero las acciones de inteligencia son fundamentales para prevenir los atentados y para capturar a los mandos de esas organizaciones. Hasta ahora no tenemos señales de que en este campo se hayan logrado avances serios. ¿Podrá el nuevo ministro del Interior mostrarnos esos avances en poco tiempo? ¿A su vez, podrá el gobierno mostrarnos que por fin le da a este tema de la subversión y el narcotráfico la seriedad que se requiere?