lunes, 16 de febrero de 2009

LLAMADO DE ALERTA EN PIURA

Desde hace buen tiempo la ciudad y la provincia de Sullana, en Piura, vienen siendo objeto de una alarmante incidencia de hechos delictivos. No se trata solo de robos de poca monta sino de asaltos con uso de armas de fuego. Frente a esto han comenzado a surgir grupos de ciudadanos que demandan una mejor actuación por parte de la Policía Nacional y las Municipalidades.

El fenómeno del crecimiento de la delincuencia ocurre en casi todas partes. Se da con mayor fuerza en las zonas cercanas a las fronteras como Piura, y Sullana, en particular. Las fronteras son propicias para toda clase de tráficos ilegales y estos irradian las conductas delictivas hacia las zonas cercanas.

Frente al crecimiento de la delincuencia se han ensayado una serie de respuestas. Entre esas respuestas están las que tienden a sobredimensionar las medidas represivas. Se aumentan las penas, algunos piden la pena de muerte para cierto tipo de delitos, o se reduce la edad para penalizar a los jóvenes, o se dispone la participación de los militares en la represión al delito común.

El resultado de sobredimensionar la respuesta represiva no ha sido positivo. Más represión no ha producido menos delitos. Por ejemplo, la pena de muerte no ha producido menos incidencia de los delitos para los cuales se aplica.

Respuestas más efectivas son las que tienen que ver con la reforma de las instituciones responsables de prevenir o castigar al delito. Estas instituciones, tales como la policía y el Poder Judicial, tienen que asegurar que las leyes y sanciones se cumplirán pues uno de los acicates del delito es la expectativa de impunidad.

Ahora bien, instituciones como la policía y el poder judicial, como cualquier otra institución, necesitan de la presión y la vigilancia de los ciudadanos y de las autoridades elegidas para que cumplan bien su labor.

Los alcaldes, por otro lado, debieran tener algún nivel de mando efectivo sobre la policía local. Las leyes les asignan responsabilidad en materia de seguridad pero poco podrán hacer si la policía sigue teniendo una estructura centralista que depende sólo de un ministro del Interior y de un director de la Policía en Lima. Somos de la idea de que la experiencia de los serenazgos debe ser canalizada para conformar verdaderas policías municipales.

La organización vecinal es otra de las respuestas más adecuadas para combatir al delito. Está probado que las ciudades, comunidades o barrios desorganizados son más propensos a la actividad delictiva o a ser víctimas de la misma. El caso de las rondas campesinas o algunas rondas urbanas es un ejemplo. Pero todo tipo de organización vecinal también es útil al momento de tener que movilizar a una población para enfrentar algún flagelo. El delito lo es, de hecho.

Esperamos que estas consideraciones nos sirvan para comenzar a responder ante la situación que preocupa a provincias como Sullana.

Revista GENTE
Publicado en la edición de febrero 2009

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